A veces son síntomas físicos (y molestos), que nos avisan de que algo nos ocurre. Otras veces hay determinación, inquietud por saber o la necesidad de buscar un cambio. El malestar es incómodo pero también puede empujarnos a buscar ayuda.
Para lograr un cambio, para orientarnos, para descubrir qué es realmente lo que ocurre. Para sentirnos de otra forma, con los demás y con nosotros mismos.